Foto; Zona de El Riachuelo en la actualidad
En la mañana del lunes 7 de julio, el alcalde del municipio, Eloy Martín, acompañado por el concejal de Medio Ambiente, Omar Hernández, acudían a la zona de El Riachuelo ante la denuncia de los vecinos por la ocupación y cierre de un camino vecinal por el que, además, transcurren conducciones de agua de abasto.
Tras analizar la situación, desde el ayuntamiento se emitía una orden de “paralización cautelar de las obras para investigar y verificar que el proceso seguido para la ejecución de las actividades de extracción en la zona de El Riachuelo se ajusta a la normativa vigente, así como para aclarar posibles afecciones sobre la titularidad pública, la servidumbre de paso y otros derechos adquiridos por los vecinos y vecinas”, así puede leerse en el comunicado remitido por el propio ayuntamiento.
Sin embargo, menos de 24 horas después, en la mañana del martes 8 de julio, las máquinas continuaron trabajando en el camino que, según consta en el catastro del ayuntamiento, es de titularidad municipal. Esta situación ya era conocida por el ayuntamiento que, sin embargo, no procedió al precintado de la obra.
Desde la Plataforma Vecinal El Riachuelo La Graja denuncian la falta de cumplimiento por parte de la empresa Áridos El Riachuelo a las órdenes de paralización y la falta de acción por parte de las administraciones públicas que no han impedido un daño ya irreparable en una vía histórica de alto valor etnográfico.
Entre otras irregularidades, desde la plataforma vecinal denuncian el vertido incontrolado de residuos para lo que piden que se realicen catas en zonas concretas donde podría verse afectado el mayor acuífero de Canarias. Asímismo, exigen la paralización de la actividad por el incumplimiento en la regeneración de los terrenos excavados y la anulación de la renovación de la licencia por 17 años en una zona de especial valor natural y paisajístico, a las puertas del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente y con un informe de Patrimonio, solicitado por el propio Cabildo de La Palma, en el que establece como ‘crítica’ la afección que esta actividad supone para el yacimiento arqueológico de Cueva Tiznada, donde se hallaron las primeras pinturas rupestres de la isla y las únicas conocidas hasta ahora.
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