El sueldo mínimo, una meta cada vez inalcanzable para los jóvenes Cada vez son más los jóvenes que terminan sus carreras, ciclos o formaciones y no ven la luz al final del túnel. Mientras estudian, les aseguran que, al finalizar, podrán optar al puesto deseado o que su formación tiene muchas salidas, pero la realidad es muy distinta.
De cada 100 alumnos que terminan sus estudios, 80 logran encontrar empleo. Sin embargo, no nos engañemos: muchos de estos trabajos son temporales, a media jornada o en sectores que nada tienen que ver con su formación. Incluso hay contratos parciales que no garantizan la estabilidad. Además, hace una semana, los periódicos publicaban que el 80% de los jóvenes son pesimistas respecto a su futuro, y no les falta razón.
Si bien es cierto que se están mejorando las leyes para proteger a los trabajadores de abusos y fraudes, todavía hay empresarios que consideran a sus empleados meros servidores a los que pueden controlar y exprimir. Ante este panorama, muchos jóvenes se ven obligados a aceptar cualquier empleo, aunque no estén relacionados con su formación, simplemente para poder mantenerse. Esto no solo frustra sus aspiraciones profesionales, sino que también genera una sensación de estancamiento y descontento.
Además, la falta de estabilidad laboral impacta directamente en otros aspectos de la vida. Comprar una vivienda, independizarse o formar una familia. Es evidente que se necesitan cambios estructurales para mejorar la situación. Reformas laborales más efectivas, incentivos reales para la contratación estable y un mayor apoyo al emprendimiento podrían ser claves para garantizar un futuro más prometedor para las nuevas generaciones. Hasta entonces, los jóvenes seguirán enfrentándose a un mercado laboral incierto, donde la estabilidad sigue siendo un lujo al alcance de pocos.
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