Hace unos días una asociación empresarial presentaba su informa del segundo trimestre del año 2025 ¿pero realmente los números, como las estadísticas, pueden contar verdades… o solo una parte de ellas?.
El último informe sobre la economía palmera se presenta como un retrato optimista: empleo en niveles históricos, más empresas que antes de la pandemia y un sector de la construcción en alza. Pero la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿nos tenemos que creer estos datos tal y como se presentan?
Es cierto que se habla de una tasa de empleo del 50,8% y de un paro reducido al 12,1%. Sobre el papel, son cifras para celebrar. Sin embargo, no se analiza con suficiente profundidad la calidad de esos empleos, su estabilidad o su remuneración. En un mercado laboral tan estacional y dependiente de sectores volátiles como el turismo o la construcción, el dato bruto puede resultar engañoso. Tener más gente trabajando no siempre significa tener una economía más fuerte.
Algo similar ocurre con el número de empresas: 2.554 en junio, superando niveles pre-pandemia. Pero, ¿cuántas de ellas son realmente proyectos sólidos y cuántas sobreviven gracias a ayudas públicas o dependen de actividades con poco valor añadido? ¿ O cuantas de ellas han cesado su actividad en este periodo por diferentes motivos? . Contar empresas no es lo mismo que medir su capacidad real para generar riqueza y empleo sostenido.
El turismo, que debería ser uno de los motores más fiables, envía señales preocupantes: desplome del 16,5% en visitantes extranjeros, ocupación hotelera del 37,9% y un hundimiento del 29% en la confianza hotelera. Si el mercado nacional crece en los meses de verano y después, ¿que? , pero a su vez el internacional retrocede, estamos ante una recuperación coja y vulnerable. Y sin turistas extranjeros, los ingresos totales del sector difícilmente podrán sostenerse.
La caída del 29% en las exportaciones de plátano hasta mayo es otro golpe que no se puede maquillar. Tres años después de la erupción volcánica, la pérdida de superficie cultivada sigue pesando. Y aquí tampoco basta con constatar el problema: falta un plan real y efectivo para reactivar el sector primario más allá de las ayudas puntuales.
En resumen, el informe dibuja un paisaje en el que se señalan las flores pero se ignoran las grietas del suelo. Si no se afrontan las debilidades estructurales —dependencia de sectores inestables, baja diversificación, exportaciones en retroceso—, los buenos datos de hoy podrían convertirse en la decepción de mañana.
Las estadísticas son útiles, sí, pero siempre que se miren sin complacencia. Lo contrario es correr el riesgo de confundir un espejismo con un oasis.
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