Nos recibe igual que siempre.
Sagrada, bella, imponente.
Amable de ojos dolientes.
Madre sabiendo querer.
Visitante.- Buenos días, Doña Nieves.
Agosto, ¿cómo le fue?
Doña Nieves.- ¡Ay mi niña! ¡Qué alegría!
Tal gusto volverte a ver.
V.- Usted bien sabe, Señora,
que nadie pierde la fe;
se enfadada uno por cositas…
Bueno… Cuéntenos del mes.
DN.- Cogí nervios el día cuatro,
ya el cinco, sí estuvo ok.
Mija, dime, tú venías…
¿Al asunto del cartel?
V.- Sí madre, ¿qué le parece?
El pueblo lo acoge bien
DN.- Agradecida y privada.
¿Tú te crees, a la vejez?
Dirán que son cosas mías, exagerada tal vez;
¡Vaya trabajo bien hecho!
Sencillo, claro y directo,
tal cual me gusta a mí ser.
V.- ¿Conoce usted al autor?
Calero González , Abian Lazaro.
Obtuvo unanimidad.
Saucero, ¡norteño es!
DN.- No es porque la isla sea mía,
ni a otras desmerecer;
¿pero habrá tierra en el mundo,
que acumule en un terruño,
semejante cantidad,
de arte, cultura y saber?
V.- ¿Se emociona Doña Nieves?
Estamos igual que usted.
“Diez* años no han sido nada”
Como diría Gardel.
La esperamos conmovidos.
En diana, Madre, a sus pies.
Las luces de La Pandorga,
alumbran El Minué.
Previo a la Danza de Acróbatas,
la de Enanos va después.
El Carro la irá anunciando,
peregrinos la han de traer.
Y el domingo floreado,
con hijos de cada lado,
no vence cañón al Diálogo,
loada, volverá a ser.
DN.- Mira… todita la piel de escarpia,
que me acabas de poner.
¡Calla niña! ¡Eso es pa´l año!
Queda mucho por hacer.
Déjame “aquellar” los gatos,
no se vayan a perder,
nos hacemos compañía,
me entretengo… ellos también.
V.- Muchas gracias Doña Nieves,
por prestarse a responder.
El fervor no es nunca agravio,
para quien quiera entender.
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