No voy a ser yo quién descubra la genialidad del recientemente desaparecido, pero eterno en la historia, Ennio Morricone (por cierto, último premio Premio Princesa de Asturias junto con otro maestro como John Williams), pero quiero rendir homenaje y recuerdo a una de las figuras más importante e influyentes en el cine.
Para muchos de nosotros, que nos criamos con dos canales, descubrimos los spaghetti westerns en La 2 y creíamos que esas texturas musicales eran parte del paisaje del oeste e imaginábamos que, si cabalgábamos por los desiertos, nos acompañarían esas melodías. Nada más lejos, pero el maestro Morricone fue capaz de integrar sus composiciones en la narrativa cinematográfica como nadie. La trilogía del dólar es el primer hito del compositor. Luego ya nada sería igual.
Se convirtió en el compositor de cine más importante en Europa, trabajando con los directores más importantes del momento y siendo reclamado en repetidas ocasiones por Hollywood. Y en una de sus primera colaboraciones, compuso una de las mejores bandas sonoras de la segunda mitad del siglo XX: ‘Días del Cielo’ de Terrence Malick. Una música hechizante que ya le hizo tener una nominación al Oscar, aunque, como sabemos, este premio llegaría muchos años después.
Siguió siendo un compositor prolífico y abarcando diversos géneros, tanto en Hollywood como en Europa y en los años 80 llega una de sus épocas doradas, con las colaboraciones con Brian de Palma y, por supuesto, con las músicas de ‘La Misión’ (con la que se le escapó el Oscar de nuevo en una decisión inexplicable) y con ‘Cinema Paradiso’. Las composiciones de esta época influyeron en músicas y compositores, especialmente en el gran Hans Zimmer.
Su carrera prolífica continuó en el cierre del siglo XX, trabajando con directores tan diversos como Polansky, Almodóvar o Stone, además de continuar su amistad permanente con Tornatore hasta, que por fin, la Academia le concedió un Oscar honorífico en 2006, seguramente uno de los más merecidos, pero aún quedaba un epílogo...
Tarantino se cruzó en su camino y lo convenció para participar en sus homenajes al spaghetti western, ‘Django desencadenado’ y ‘Los odiosos ocho’. Por esta última sí que ganó el Oscar en buena lid, recogiendo en su partitura toda su maestría y recorrido. Es curioso que comenzara y terminara su carrera con músicas para películas del oeste. Vueltas que da la vida.
Es posible, que un compositor jamás haya tenido tanta repercusión en la historia del cine ¿Cuántos músicos han conseguido que su nombre encabece los carteles de películas? ¿No recuerdan esos antetítulos ‘Música de Ennio Morricone? Será difícil que seamos testigos de algo similar, pero lo que es seguro es que el maestro se ha ido, pero su música, su figura son eternos y durante décadas seguiremos silbando el “Gabriel’s Oboe”.
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