El CD Mensajero no se rinde y consigue una victoria importante en su lucha contra el descenso.

El Club Deportivo Mensajero superó por la mínima (1-0) a un CD Illescas, que cayó sorprendido ante el planteamiento de Yoni Oujo.

Un penalti transformado por Juanda en la primera mitad (27′) y una pena máxima atajada por Jacobo, lo más reseñable de un duelo en el que la afición mensajerista tuvo un peso específico. En una semana, visita a Los Pajaritos para medir fuerzas con el todopoderoso Numancia.

La primera mitad sólo tuvo un ‘pero’ para el Mensajero: el no haberse resuelto con dos o tres goles de ventaja sobre el cuadro toledano. El planteamiento de Yoni Oujo ‘frenó en seco’ al cuadro visitante, que adolecía el juego por dentro de los Martínez, Malick y Tana, que fueron los hombres más adelantados del cuadro palmero.

Ruyman fue el primero que lo intentó de cara a la portería contraria. El herreño cabeceó arriba tras un córner. La siguiente acción de peligro fue para Óscar (17′), que regresaba al once titular tras su lesión ante la Gimnástica Segoviana. Y la igualdad se rompió. Malick cayó derribado ante Víctor y el colegiado decretó un penalti que, un minuto después, transformó Juanda Marín. El bagañete estrenó su cuenta goleadora cuando más lo necesitaba el equipo capitaneado por él.

Malick volvió a contar con una nueva oportunidad, pero se le fue alto un mano a mano propiciado por un Tana que volvió a iluminar a las huestes de Yoni Oujo. A partir de ahí y hasta el descanso, los intentos fueron tímidos y no originaron excesivo peligro.

La segunda parte tuvo tintes de igualdad y el Mensajero tuvo que sacar su versión más defensiva. Ayudas, coberturas y oficio mantuvieron el preciado 1-0. Quizá de lo más destacado en el ataque local, un gol dudosamente anulado a Martínez. Tocaba sufrir, y los mensajeristas lo sabían.

El cuadro sagreño seguía viéndose superado por los palmeros, que se anticipaban a todas las jugadas salvo a una, en la que Ruymán cometió penalti sobre Mingo. Las espadas estaban en todo lo alto y Jacobo se enfundó la capa de héroe para negarle la pena máxima al mentado jugador blanco (60′). De ahí al final de la contienda, defensa, defensa y, con el pitido final, estallido de júbilo en el Barranco de los Dolores.